FUERA DE FOCO, CON BRYAN ACUÑA – Ni siquiera durante la edad soviética, la presencia rusa fue tan notable en Oriente Próximo. Desde una larga colaboración con el régimen iraní y la «herencia» de la base naval mediterránea en Siria, a la influencia creciente en Irak y Líbano (incluso en Israel, como nunca antes), pasando por la «reconquista» de Crimea y las ambiciones sobre Belarús, el poder de  Putin lo ha consagrado como amo y señor de unas tierras otrora bajo control americano, pero abandonadas por la Administración Obama, que hoy convulsionan y se reajustan a nuevas realidades y fidelidades.