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‎11 Nisan 5784 | ‎18/04/2024

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Salmo 71: la oración de un anciano

Salmo 71: la oración de un anciano


HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN –
Señor, en ti busco protección;
¡no me defraudes jamás!
¡Líbrame, ponme a salvo,
pues tú eres justo!
Dígnate escucharme, y sálvame.
Sé tú mi roca protectora,
¡sé tú mi castillo de refugio y salvación!
¡Tú eres mi roca y mi castillo!
Dios mío,
líbrame de las manos del malvado,
de las manos del criminal y del violento,
pues tú, Señor, desde mi juventud
eres mi esperanza y mi seguridad.
Aún estaba yo en el vientre de mi madre
y ya me apoyaba en ti.
¡Tú me hiciste nacer!
¡Yo te alabaré siempre!
He sido motivo de asombro para muchos,
pero tú eres mi refugio.
Todo el día están llenos mis labios
de alabanzas a tu gloria;
no me desprecies cuando ya sea viejo;
no me abandones cuando ya no tenga fuerzas.
Mis enemigos, los que quieren matarme,
se han aliado y hacen planes contra mí.
Dicen: «¡Persíganlo y agárrenlo,
pues Dios lo ha abandonado
y nadie puede salvarlo!»
No te alejes de mí, Dios mío;
¡ven pronto a ayudarme!
¡Que sean avergonzados y destruidos
los enemigos de mi vida!
¡Que sean puestos en ridículo
los que quieren mi desgracia!
Pero yo esperaré en todo momento,
y más y más te alabaré;
todo el día anunciaré con mis labios
que tú nos has salvado y nos has hecho justicia.
¡Esto es algo que no alcanzo a comprender!
Contaré las grandes cosas que tú, Señor, has hecho;
¡proclamaré que sólo tú eres justo!
Dios mío,
tú me has enseñado desde mi juventud,
y aún sigo anunciando tus grandes obras.
Dios mío, no me abandones
aun cuando ya esté yo viejo y canoso,
pues aún tengo que hablar de tu gran poder
a esta generación y a las futuras.
Tu justicia, oh Dios, llega hasta el cielo;
tú has hecho grandes cosas;
¡no hay nadie como tú!
Aunque me has hecho ver
muchas desgracias y aflicciones,
me harás vivir de nuevo;
me levantarás de lo profundo de la tierra,
aumentarás mi grandeza
y volverás a consolarme.
Yo, por mi parte,
cantaré himnos y alabaré tu lealtad
al son del arpa y del salterio,
Dios mío, Santo de Israel.
Mis labios se alegrarán al cantarte,
lo mismo que todo mi ser, que tú has salvado.
También mi lengua dirá a todas horas
que tú eres justo,
pues los que querían mi desgracia
han quedado cubiertos de vergüenza.