KANTIKAS DE SEFARAD, CON FERNANDO RIVAS MEJÍAS – Nos encontramos en vísperas de un tiempo sagrado y lleno de significado: Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío.
Es el inicio de los Yamim Noraim, los Días Temibles, que culminan en Yom Kipur. En esta ocasión queremos detenernos en un aspecto muy especial: cómo la música sefardí acompaña esta celebración. La música es memoria, es identidad y es plegaria. En cada comunidad sefardí, desde
Marruecos hasta Turquía y los Balcanes, las melodías de Rosh Hashaná son testimonio vivo de siglos de historia y diáspora. Rosh Hashaná no es solo un nuevo calendario: es un tiempo de reflexión y de balance espiritual.
En las comunidades sefardíes, la música se expresa de dos formas:
– En la sinagoga, con piyutim y melodías propias de la liturgia.
– En el hogar, con el seder de Rosh Hashaná, donde se bendicen los alimentos simbólicos —los simanim— acompañados de cantos en hebreo y en ladino.
La música sefardí tiene un sello propio: su ornamentación oriental, los melismas heredados del canto andalusí y del maqam árabe. Y, al mismo tiempo, una calidez comunitaria: el jazán inicia, y el coro o la asamblea responden. Así, la plegaria se convierte en canto colectivo.
Marruecos, Turquia y los Balcanes.
Marruecos
En Marruecos, la música de Rosh Hashaná está profundamente marcada por la tradición andalusí.
Los piyyutim se cantan en modos (maqamat) como el hijaz o el rast, con un estilo muy melismático. Uno de los más conocidos es Adon Haselijot, un himno que se canta en la madrugada de los Días Temibles.
La comunidad responde en coro, creando un clima solemne y profundamente espiritual.
Turquía
La tradición otomana sefardí es heredera de Estambul, Izmir y otras ciudades donde floreció el judaísmo tras la expulsión de 1492.
Aquí las melodías de Rosh Hashaná absorben la influencia de la música clásica turca, con sus maqams refinados y ornamentados.
Pero además hay una huella muy clara de las influencias bizantinas: la forma responsorial del canto, con el jazán que entona y la asamblea que responde, recuerda al estilo del canto
bizantino de las iglesias ortodoxas griegas.
Este encuentro entre lo judío, lo turco y lo bizantino da como resultado un repertorio solemne, cargado de modulación y de riqueza espiritual. Y en Turquía, además, se preservó el ladino en canciones paralitúrgicas, cantadas en familia durante el Seder de Rosh Hashaná.
Balcanes
En los Balcanes, sobre todo en Salónica y Sarajevo, la tradición musical de Rosh Hashaná se nutrió tanto de Oriente como de Occidente.
El canto sefardí aquí tiene un carácter más coral, con influencias de la música europea, pero también con claras resonancias bizantinas.
Los modos bizantinos, transmitidos a través del canto ortodoxo, se incorporaron a las cadencias sefardíes, creando un puente cultural único.
En las cenas familiares, además, se cantaban romances en ladino vinculados al Año Nuevo, que mezclaban lo litúrgico con lo cotidiano. Así, las comunidades balcánicas nos muestran un mosaico musical entre Oriente y Occidente, con una fuerte raíz bizantina.
Escuchemos un fragmento de Adon Haselijot. Este piyyut, de origen muy antiguo, nos habla de Dios como dueño del perdón. En Marruecos se interpreta con un estilo cargado de
melismas, en respuesta entre el jazán y la comunidad. Una melodía que inmediatamente nos traslada a las sinagogas de Fez, Tetuán o Casablanca. Viajamos también al mundo sefardí turco y balcánico con Bendigamos, un canto en ladino que suele cantarse tras las comidas festivas.
En Rosh Hashaná adquiere un sentido especial: agradecer el alimento, la vida y el inicio de un nuevo ciclo.
Aquí se perciben también esas resonancias bizantinas en el modo de cantar: la cadencia grave, el ritmo pausado, la alternancia de voces que evocan siglos de convivencia cultural.
Hemos recorrido juntos las melodías de Rosh Hashaná en la tradición sefardí.
Desde los tonos solemnes de Marruecos hasta las ornamentaciones otomanas con influencias bizantinas en Turquía y los coros balcánicos, cada comunidad guarda su manera de cantar el Año Nuevo, pero todas comparten un mismo espíritu: pedir perdón, agradecer la vida y renovar la esperanza.
Que estas voces, distintas y hermanadas, nos inspiren también a nosotros a empezar el año con alegría, reflexión y gratitud.
Les deseo un Shaná Tová uMetuká —un año bueno y dulce—




