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‎11 Nisan 5784 | ‎19/04/2024

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Camino de Occidente (2ª parte): movimientos, traslaciones y viajes trasatlánticos

Camino de Occidente (2ª parte): movimientos, traslaciones y viajes trasatlánticos

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – En la historia de todos estos movimientos, traslaciones y viajes trasatlánticos de los judíos europeos, hubo uno más restringido, representado por una migración judía desde Europa Central a mediados del siglo XIX, aunque no fue tan numerosa como sucedió posteriormente con los judíos de Europa del Este. Pero fue una fuerte ola migratoria desde el suroeste de los estados germánicos, Bohemia y Poznan a Estados Unidos: los historiadores sostienen que la razón residía principalmente en causas económicas. Lo que no aclaran es que en todas estas regiones, especialmente en las gobernadas por el imperio de los Habsburgo donde el crecimiento de la población judía estaba fuertemente restringido (pues sólo estaba autorizado en muchos lugares que permaneciera un único hijo con la familia, generalmente el mayor), los demás vástagos debían marcharse y buscar su destino en otros lugares. Esta fue la razón de esta migración judía hacia los Estados Unidos y de un antisemitismo que se manifestó con mayor crudeza a partir de 1870. Gran parte de esta primera migración ashkenazí se instaló en sitios o ciudades donde residían familias sefardíes. La razón es simple de comprender: pese a las diferencias culturales existentes entre ambos grupos podían llevar una existencia judía, especialmente en cuanto a observancia religiosa. Muchos de ellos eran solteros, de modo que no era un tema menor el hecho de poder contraer matrimonio con una joven judía. Por otra parte, una vieja tradición judía establecía el dar hospedaje y ayuda a todo viajero judío que lo necesitara y requiriera, razón detrás de algunos matrimonios y prácticas y cambios que tuvieron lugar entre los judíos norteamericanos durante el siglo XIX. Los migrantes representaban una parte significativa de la población judía. En 1816, 260 mil judíos (1,09% de la población total) vivían en el territorio de lo que a partir de 1871 se convirtió posteriormente en el Imperio Alemán. Para ese año casi se había duplicado la población judía debido al crecimiento natural (470 mil = 1,2%). En el mismo período, unos cien mil judíos abandonaron Alemania y la región de Alsacia-Lorena especialmente en dirección a América del Norte. Mientras que los judíos de la monarquía de los Habsburgo estaban completamente emancipados en 1867, vivían en una gran pobreza en gran parte del imperio, especialmente en la zona de Galizia.
La situación de la población judía en Rusia y Rumania empeoró a lo largo del siglo XIX. Además de la miserable situación económica, el enorme crecimiento de la población, los recursos limitados y las tensiones políticas, los judíos se enfrentaron a numerosas restricciones y al aumento de la violencia. Para esos años surgió el antisemitismo moderno. Esto tuvo lugar a principios de 1870 y se fue extendiendo desde Europa Occidental. Una de sus manifestaciones más destacadas fue el Caso Dreyfus en Francia, pero también lo fueron los pogromos que tuvieron lugar en la Zona de Residencia del Imperio Zarista.
La migración judía de Europa del Este, que comenzó en el último tercio del siglo XIX, redefinió completamente el sistema de centros de la diáspora judía que se había establecido desde la expulsión de los judíos de España. Casi tres millones de judíos abandonaron Europa del Este entre 1870 y principios de los años veinte. Más de dos millones se mudaron a los Estados Unidos, que, debido a esta migración, se había convertido en 1900 en el centro más importante de la vida judía fuera de Europa del Este. La migración judía de Europa del Este fue un movimiento global, que dio lugar a la fundación de numerosas comunidades nuevas. En muchos centros más antiguos de la diáspora, en pocos años, los nuevos inmigrantes constituyeron la mayoría, incluidos los Estados Unidos, el Reino Unido, Sudáfrica, Argentina y Palestina. La migración de retorno fue relativamente baja pero no insignificante.