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‎6 Tishri 5785 | ‎07/10/2024

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De Turquía a Chile

De Turquía a Chile

LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – La presencia sefardí en América data de los primeros compases, y en específico en Chile, de la expedición de Pedro de Valdivia cuando arribaron a Chile 135 judíos. Asimismo, en el vecino Perú, en Lima, para 1639 había unos 2.000 judíos portugueses. Sin embargo, el grueso de la inmigración sefardita a Chile es de finales del siglo XIX, con el crepúsculo del Imperio Otomano. En 1898, llegaron las primeras familias sefardíes que venían de Esmirna con apellidos como Arditi y Corry -creadores del famoso Laboratorio Arditi y Corry-; luego, en 1928, y tras la opresión en Turquía, llegó a Santiago de Chile, la familia de Mauricio Menaché, que dijo: “Lo único que nos identificaba en Esmirna como judíos era que hablábamos el español… En Esmirna había 30.000 sefardíes de origen español. En Esmirna mi madre, de origen francés, ocultó a muchos griegos cuando ellos perdieron Esmirna. Como tenía un tío en Santiago elegí Chile. Llegué en 1928 a Santiago… En la Serena fundé la Bomba Francisco de Aguirre… Mi apellido era Mena, pero mis antepasados al pasar por Francia cambiaron el apellido. Al venir en tren a Chile un español me preguntó de qué región de España era yo, pues mi habla era distinta”. Otros nombres como León Telias, Alejandro Gateño Baharlia, Catalina Varón Benquiad, Victoria de Hadjes, Raquel Levy, Emilia Bitrán y Raquel Gateño, llegaron de İzmir para quedarse en Santiago. Y el ladino era su lengua conocida y constante. De igual forma, llegaron a Chile procedentes de Esmirna, de Monastir, de Salónica, de Estambul, numerosos sefarditas. Además de Esmirna, Monastir fue el otro lugar de origen de donde llegaron emigrantes sefardíes griegos hacia Chile. Apellidos tales como Albala, Arueste, Cassorla, Chami, Hasson, Israel, Levy y Testa dejaron huella en aquel lugar del otrora Nuevo Mundo. La otra ciudad importante para la llegada de sefardíes a Chile fue Salónica. Este puerto y enclave judío trajo para Chile gentes que se desempeñaron en la histórica actividad comercial judía, principalmente en tejidos, curtidos de pieles, fabricación de jabón, queso, drogas medicinales y tabaco.