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‎19 Adar II 5784 | ‎29/03/2024

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«Himmelweg» de Juan Mayorga, con Javier Quevedo y Javier Fernández

«Himmelweg» de Juan Mayorga, con Javier Quevedo y Javier Fernández

LECTURAS DEL HOLOCAUSTO, DESDE EL CLUB VIRTUAL – Los responsables del Club de Lecturas del Holocausto, Javier Quevedo y Javier Fernández decidieron concluir la III Edición de este Club abriendo las páginas de Himmelweg, (Camino al cielo), abriendo las puertas de Terezin. Nos cuentan cómo se desarrolló la última reunión, esa a la que la visita entregada y generosa del dramaturgo Juan Mayorga -el autor del texto que habían leído, analizado, interiorizado- hizo aún más especial.

Escribe Juan Mayorga sobre su obra: «A primera vista, “Himmelweg” es una obra de teatro histórico. En realidad, es –quiere ser- una obra acerca de la actualidad. Habla de un hombre que se parece a casi toda la gente que conozco: tiene una sincera voluntad de ayudar a los demás; quiere ser solidario; le espanta el dolor ajeno. Sin embargo, también como casi toda la gente que conozco, ese hombre no es lo bastante fuerte para desconfiar de lo que le dicen y le muestran. No es lo bastante fuerte para ver con sus propios ojos y nombrar con sus propias palabras. Se conforma con las imágenes que otros le dan. Y con las palabras que otros le dan. “Camino-del-cielo”, por ejemplo. No es lo bastante fuerte para descubrir que “Camino del cielo” puede ser el nombre del infierno. No es lo bastante fuerte para ver el infierno que se extiende bajo sus pies.
Un delegado de la Cruz Roja al que se encarga inspeccionar un campo de concentración y ante el que se presenta una mentira aceptable. Ese personaje fue mi punto de partida. Pero siguiendo sus pasos en ese viaje por un infierno que no lo parece, encontré a otros personajes no menos actuales, no menos cercanos.
Para empezar, el conductor de la representación, el comandante del campo. Tiene ante sí la ocasión de realizar el más ambicioso sueño que ningún director de escena concibió jamás: la obra de arte total. Pero la perfección de esa obra exige de él que sólo piense en el arte y en nada más. Que deseche cualquier rasgo de compasión en su mirada. Entonces sí, entonces todas las vidas reunidas en el campo estarán a su completa disposición, como muñecos en manos del titiritero.
Entre esas vidas amenazadas está la del hombrecillo que sirve al comandante de portavoz ante sus actores. Ese hombre ha de soportar una responsabilidad enorme. No sabe si está trabajando por la salvación de su pueblo o si está cooperando con los verdugos. Si está ganando tiempo o si está entregando a su gente a un destino peor que la muerte.
El delegado de la Cruz Roja, el comandante del campo, el jefe de la comunidad judía: sobre ese triángulo se levanta “Himmelweg”.