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‎9 Adar II 5784 | ‎19/03/2024

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Los judíos de Oriente (16ª parte): Libia

Los judíos de Oriente (16ª parte): Libia

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Cuando hablamos de Marruecos, Túnez y Libia, nos estamos refiriendo a estados cuya historia no se remonta a muchos años atrás. Sin embargo cuando nos dedicamos a examinar sobre el pasado remoto de estos territorios, llegamos a tiempos muy lejanos en el tiempo. Tal vez porque lo que nos proponemos es demostrar que los judíos han sido también muy antiguos residentes en todas estas regiones, no han sido intrusos ni extraños que se introdujeron subrepticiamente. Han formado parte de una trama histórica que incluye diversos pueblos, diferentes grupos étnicos y hasta distintas religiones, y aun en el interior de ellas hubo fuertes odios y antagonismos. Este pasado los incluye, no han sido ajenos como intentan hacernos creer los persistentes enemigos de los judíos, que en cierto modo han intentado mostrarlos como los eternos parias y usurpadores, no los han reconocido ni como europeos, ni como asiáticos, ni como africanos, sin derechos y siempre ajenos.
En las tierras de Libia, habitadas por los bereberes, descendientes de tribus a los que los registros egipcios del tercer milenio a.n.e. designaron como Labú y Mashwash, se instalaron diversos pueblos y civilizaciones. Los primeros de ellos fueron los fenicios, en el siglo IX a.n.e.; luego llegaron los griegos en el siglo VII a.n.e. y fundaron colonias en el norte de la Cirenaica, y en el siglo III a.n.e llegaron los judíos, cuyo población aumentó y su prosperidad llegó a su apogeo en los siglos I y II d.n.e.
Trípoli, cuyo nombre significa tres ciudades, fue fundada alrededor del siglo VII a.n.e. Después de la tercer Guerra Púnica pasó a manos romanas en el 149 a.n.e. así como la Cirenaica, por lo que todo el norte de Libia se convirtió en una floreciente colonia romana. Muchos judíos se establecieron en la colonia romana de Libia, sobre todo en Cirene, en la Cirenaica, Tripolitania y algunos en particular a lo largo de las llanuras del mar y la región de Jebel. Pero cuando el emperador Trajano se hallaba en una guerra encarnizada con los partos, los judíos de Cirene de rebelaron en el 115. Esta rebelión comenzó en Egipto, pero luego se fue extendiendo a la Cirenaica, Chipre y la Mesopotamia. En Egipto y en Cirene comenzó como un enfrentamiento generalizado entre los judíos y la población grecorromana. Los paganos de Alejandría mataban a los judíos quienes hacían lo mismo con los paganos de Cirene. Tuvo que llegar el poderoso ejército romano para terminar con la lucha. La comunidad judía de Cirene se empequeñeció y los que sobrevivieron a la durísima represión se refugiaron entre las tribus bereberes de Sirte, la llanura costera de Trípoli y Jebel; algunos de ellos se fueron más lejos aún, hacia el oeste, a Túnez, Argelia y Marruecos.
Libia sufrió muchas ocupaciones. Después de la conquista romana, los vándalos conquistaron Libia en el año 435 d.n.e. y buscaron el apoyo de los judíos y los bereberes, esto les proporcionó una cierta prosperidad a los judíos. En el 534 d.n.e pagaron un alto costo por la ayuda brindada a los vándalos, porque los bizantinos conquistaron el territorio libio, y eran persistentes en sus sentimientos antijudíos, por lo que tuvieron que volver a buscar refugio entre los bereberes que también experimentaban rechazo por los bizantinos.
En el 634 se produjo una nueva invasión, en este caso de la tribu del califa Omar que obligará a los bereberes a convertirse al Islam. Las leyendas, algunos dicen que con raíces históricas, cuentan que los bereberes y los judíos resistieron luchando, especialmente un reino judeo bereber que tenía una reina Dahia Alcahina, y que tenía en Trípoli una de sus fortalezas más importante. Pero la rebelión fue sofocada, Libia se volvió musulmana y los judíos fueron considerados dhimmis, y debían pagar la yizia, un caro impuesto para poder vivir en una sociedad islámica, tanto para los judíos como para los cristianos.
Trípoli fue el centro de Libia y un cruce de caminos para el comercio a través del Sáhara, entre otro el del oro de Sudán y también entre el «Mashrek» (Oriente) y el «Magreb» (Occidente) en el norte de África. En los siglos VIII y IX Trípoli se convirtió en el centro de la rebelde secta extremista musulmán «Ibadia Haragiana».
Los Aglabíes reinaron a los largo del siglo IX (800-909) en Libia, representaban a los abásidas de Bagadad, y también tenían otra capital en Kairouan en Túnez. Pero en el siglo X llegaron los fatimitas que lograron la ayuda de los bereberes y de esa manera pudieron expulsar a los aglabíes. Los judíos pudieron vivir de acuerdo a sus creencias y prosperar bajo del dominio de los fatimitas, que eran chiitas. Pero la rebelión de un gobernador de Libia en 1055, que respondía al gobierno de los abásidas de Bagdad, y luego la respuesta fatimita que requirió la ayuda de dos tribus beduinas, el Hilal y Banu Banu-Sulim, provocó una destrucción devastadora con una ola de guerras tribales y la anarquía. Los judíos se vieron muy afectados por el clima bélico que sembraba la destrucción y el desastre. El poder de los bereberes se vio muy disminuido ante el avance árabe, pero el debilitamiento causado por tanta guerra despertó la codicia de los cristianos europeos y así fue que los normandos de Sicilia conquistaron Libia en 1146. Pero otra amenaza se cernía en el horizonte, los fundamentalistas que llegaban del desierto. Los almohades conquistaron Libia en 1158 hasta 1173, causando un gran daño a la comunidad judía, perseguida y obligada a la conversión. Luego, en tiempos azarosos, retornaron los fatimitas egipcios, que a su vez fueron derrotados por los almohades y estos a su vez fueron expulsados por una dinastía islámica Hafiz cuya capital estaba en Túnez y que gobernó Libia desde 1247 hasta 1510, en que fueron sustituidos por conquistadores españoles, representados por los Caballeros de Malta.
Para los judíos la situación fue como caer de la sartén al fuego: fueron perseguidos y hostilizados de todos los modos posibles, obligados a renegar de sus creencias y perjudicados social y económicamente. Pero su situación mejoró con la conquista otomana en 1551 que se extendió hasta 1711. Los judíos pudieron entonces recomponer sus vidas. La llegada de los judíos de España produjo un mejoramiento en las condiciones económicas y el judaísmo como tal se recuperó culturalmente con el aporte de los recién llegados. Pero está muy claro que la existencia en Libia no transcurrió como en un jardín de rosas y esa dura historia de los judíos continuó y también empeoró…