Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image

‎12 Nisan 5784 | ‎20/04/2024

Scroll to top

Top

Los orígenes de Ashkenaz (18ª parte): bienvenidos a la arrasada Polonia

Los orígenes de Ashkenaz (18ª parte): bienvenidos a la arrasada Polonia

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Las migraciones judías que se encaminan hacia el Este, hacia Europa Oriental, y en principio se van a radicar en Polonia, lo harán en una región extremadamente inestable política, social y económicamente. Cuando los judíos llegaron a toda esa región la situación de guerra era casi permanente. En el siglo XIII la monarquía polaca parecía haber llegado a su final, mientras el país se hallaba bajo la dominación germánica que ya había comenzado en el siglo XI. Pero esta dominación no protegió a los polacos de los ataques de los prusianos paganos y de los mongoles que se producían casi al mismo tiempo. Las consecuencias de la invasión mongol, la Horda de Oro, fueron terribles. Para algunos historiadores europeos, solamente una vez en toda la historia de ese continente ha habido peligro de extinción completa de la civilización occidental tal como la conocemos. El terror, representado por las invasiones de los mongoles, venía llegando desde el este, sembrando la muerte y destrucción a su paso. Ciudades enteras – naciones enteras – desaparecían de la faz de la tierra. Habían superado totalmente, vencido y derrotado absolutamente, a lo mejor que Europa podía ofrecer. Cuando conquistaban, no anexaban provincias a su imperio, sino que mataban a todos los que podían. Tal fue el destino que le esperaba a Europa en 1242 y que fue evitado no por alguna hazaña de valor militar, sino por la muerte inesperada del gran Khan Ogedei en Karakorum, a cinco mil millas de distancia. No obstante, la Horda de Oro se quedó y dominó Kiev, marcando de un modo indeleble a la sociedad rusa.
Hasta fines del siglo XIII Polonia se hallaba fracturada políticamente, pero entonces tuvieron lugar dos acontecimientos muy importantes. En primer lugar, la invasión mongol había devastado la campiña polaca después de la derrota a manos de los mongoles en Liegnitz, con 30.000 muertos. La profundidad y extensión de la destrucción fue muy grande, como consecuencia de la invasión mongol: parte de Polonia había quedado despoblada y muchos colonos alemanes se fueron aún más hacia el este. Allí donde estuvieron se recuperó la producción agrícola y artesanal, con su llegada se crearon y repoblaron ciudades polacas. Las instituciones germanas y las leyes en las ciudades influyeron en muchos aspectos de la vida urbana polaca, lo que determinó que fuera muy difícil diferenciar entre germanos y polacos germanizados. Hubo también una llegada de judíos, que fueron recibidos con los brazos abiertos luego de que fueran expulsados de Inglaterra por Eduardo I. Pero no solo los judíos que llegaron de las islas británicas, también los que venían de Ashkenaz.
Los prusianos, tan belicosos y por eso muy peligrosos, fueron vencidos y dominados por los caballeros teutónicos luego de terribles matanzas, siendo convertidos al cristianismo entre los años 1226 y 1285. Los caballeros teutónicos ocupaban una gran parte del territorio polaco, y constituían un gran peligro y amenaza para los reyes polacos, porque desmembraron aún más el territorio. Esta era una gran preocupación para el clero, mucho más aún que para la monarquía, pues quería preservar y defender la identidad polaca. Un sínodo de 1285 determinó que los clérigos debían predicar y hablar muy bien el polaco. En 1320 una dinastía exclusivamente polaca recuperó el poder con su primer rey, Ladislao I, coronado en 1320. Había luchado durante diez años contra el bando germánico y contra los burgueses de Cracovia, y en 1331 logró su primera gran victoria sobre los teutónicos. Su hijo, Casimiro el Grande, que se apoderó de Silesia y les quitó Bohemia a los germanos, llevó al apogeo del renacimiento de Polonia. Esta reafirmó su identidad eslava frente al germanismo, su cultura y sobre todo las prácticas del derecho germánico. Esa fue la política llevada a cabo por el rey Casimiro que fundó la Universidad de Cracovia en 1364 y fue la que liberó al país de la dominación intelectual y religiosa instituida por los germanos. El enriquecimiento de Cracovia se produjo gracias al tránsito y tráfico de mercancías entre las costas del Báltico y las del Mar Negro. Los barrios mercantiles se llenaron de artesanos judíos; llegaron también mercaderes extranjeros, especialmente florentinos, interesado en la explotación de las minas de sal. Sin embargo, Polonia solo logró su pacificación cuando con sus aliados vencieron finalmente a los caballeros teutónicos en 1410 en Grunwald y se unieron con Lituania formando un gran y poderoso estado, que se extendía entre la costa del Báltico y el Mar Negro. Allí, y no solo en Polonia continuó la historia del judaísmo ashkenazí. Esta historia continuará…