DESDE EL FRENTE – Uri Rawitz es un israelí que últimamente trabaja en España, pero al que esta guerra pilló en Tel Aviv. La mañana del sábado 7 de octubre lo despertaron las alarmas de los misiles, por lo que decidió antes que nada llamar a su madre de 84 años, que habita en el kibutz Najal Oz, a apenas un kilómetro de la valla fronteriza con Gaza. Se encontraba recluida en la habitación de seguridad de su vivienda y desde allí estaba a primera hora al tanto de lo que sucedía por el grupo de whatsapp de su kibutz. Llegado un momento, la madre ya no abrió los mensajes, ni de él ni de su hermano encerrado en otra vivienda del mismo kibutz ni de la hermana en otra granja colectiva. La deesperación fue confirmándose con el paso del tiempo y las primeras informaciones que llegaban. 17 horas después de la invasión de los terroristas de Hamás, los soldados israelíes lograron evacuarles. Fue entonces cuando el hermano se acercó a la casa y vio todo revuelto pero sin sangre. La sospecha del secuestro se concretó horas después cuando los yihadistas publicaron una foto de su “acto heroico” (en la imagen), secuestrando a dos ancianas, una de las cuales resultó ser Alma Abraham. ¿Qué ha sido de ella? Sólo la presión internacional podrá ayudar a liberarla, una presión en la que no sólo deben participar los gobiernos del mundo, sino también las personas de bien que denosten a los que todavía hoy, después de lo que hemos visto, justifican la locura y deshumanización en nombre de una ideología de odio y terror.