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‎17 Nisan 5784 | ‎25/04/2024

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De Sefarad a La Habana

De Sefarad a La Habana

LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – Sin sinagogas, sin colegios judíos, sin yeshivot, una importante comunidad judeoconversa sefaradí estuvo en La Habana desde sus inicios. Fue Luis de Torres o más bien, Yosef Ben Ha Levy Haivri, es decir, “Joseph hijo de Levy el hebreo”, natural de Moguer, de donde zarpó la flota del almirante don Cristóbal Colón. Moguer tenía una importante colonia hebrea que se esfumó con el descubrimiento del Nuevo mundo, al menos 12 miembros de la tripulación colombina eran “nuevos cristianos” recién bautizados.

Luis de Torres era el más erudito de todos los tripulantes, hablaba español, francés, portugués, arameo, hebreo, mozárabe y árabe, había sido el traductor oficial del gobernador de Murcia. Fue cedido por el gobernador a Colón pues este esperaba encontrar hebreo parlantes fueran mercaderes judíos en Asia o incluso las tribus perdidas de Israel.

Asimismo, cuando arribaron a la costa cubana, Colón envió a Luis de Torres junto con Rodrigo de Jerez –también converso–, y allí vieron a los nativos aspirando unas misteriosas hojas que después de aspirarlas por un lado hacían que saliera humo por el otro lado de aquel cilindro envuelto de hojas secas. De Torres y Jerez fueron los primeros europeos en probar el tabaco cubano y lo disfrutaron tanto, ellos y los demás marinos que fue lo primero que llegó hasta su natal Europa.

A Cuba arribaron cientos de judíos con nuevos nombres cristianos y debieron mantenerse así pues estaba prohibida la entrada de judíos al Nuevo Mundo. Es el caso de la primera mujer gobernadora de Cuba: Isabel de Bobadilla, pues su esposo el capitán de Soto partió a colonizar la Florida.

Del mismo modo, para finales del siglo XVIII había en la isla, unos 500 sefardíes ocultos. Aunque la Inquisición estaba presente. En efecto, el primer juzgado por la Inquisición allí fue el habanero Francisco Gómez de León, que fue condenado a cadena perpetua, a remar en las galeras y la confiscación de todos sus bienes. Por estos hechos, muchos de los conversos se marcharon a otras islas del Caribe.